“Hay quienes traen al mundo una luz tan grande que incluso tras haberse ido siguen iluminando”. Todos tenemos un bombillo interno en nuestra habitación que es nuestro cuerpo, es un foco que debemos ajustar para que encienda en el #socate del #espíritu.
Los grandes maestros de la Humanidad, en todo tiempo y lugar, han afirmado que nuestra esencia verdadera es la Luz y el Amor. Uno de estos grandes maestros, #JesúsdeNazaret, se refirió a la “Luz” y pronunció su famosa aseveración de: “Yo Soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida”. Por su parte, #Buda, otro gran maestro, aconsejó “Dudar de todo y encontrar nuestra propia Luz”. El descubrimiento de la llamada “Luz interior”, por tanto, es el oficio más importante del Ser Humano.
No es posible despertar a la conciencia sin dolor. La gente es capaz de hacer cualquier cosa, por absurda que parezca, para evitar enfrentarse a su propia alma. Nadie se ilumina fantaseando imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad”. Ciertamente muchos comprendemos ya, de forma intelectual eso sí, la idea de que somos Luz y que ésta es nuestra verdadera esencia. Incluso que para llegar a ella tenemos que servirnos del dolor y la oscuridad. Sin embargo, la vida diaria nos presenta a cada paso sucesos que nos conducen a la alteración y la pérdida de la paz, consecuentemente, a la conexión con lo espiritual. Allí ajustas, es el momento para enroscar ese #bombillo y generar #luz, sin embargo ¿Quién vendrá hasta ti si algo no lo ilumina, sin esa luz Interior, que oriente a la otra persona a encaminarse hacia ti, Llegarán pero sólo de paso si tú conversación es superficial y vulgar, si lo que aporta es barato, para mascar y escupir. Huirán de ti si solo transmites amargura y #negativismo. Quien se acerque a ti tiene que hacerlo tras una senda de luz y calor, Solo esa luz interior será camino para ti y para ellos y cuando te hayas ganado el descanso, apaga la luz y sal de la habitación.