Hace un mes he cambiado mi forma de escribir ya ni lo hago. un ahijado en #IG me alertó de una página dedicada a negocio, una cierta botánica de miami, usa, la cual había subido a su página no uno sino muchos de mis artículos en su muro y descaradamente habían sacado mi nombre y se lo habían atribuido a la persona que lleva el perfil comercial. No les voy a dar publicidad en mi perfil al mencionar su nombre ni el de su negocio. Otra persona me habló de un grupo de WhatsApp dónde regalaron mi libro “El oráculo del Chamalongo” sin pagar la dedicación que le puse.
Una vez verifique la veracidad de la información que mi ahijado le escribí un correo electrónico a los dueños del #negocio para que retiraran los materiales de sus perfiles, el correo electrónico no recibió respuesta por 3 días. Sin embargo, la respuesta fue bloquearme y lanzar un reto de la manera más ruda y descortés.
Los ladrones de la señalada página admiten que mis contenido son de valor así le respondieron a mi ahijado. Entonces, según ellos es mi culpa que dichos escritos presenten una tentación muy grande para aquellos que no puedan escribir tan bien y que sucumben a su marginalidad intelectual y se roban mi trabajo.
Esto nos me deja con aun más interrogantes. ¿Cómo confiar en un #olosha, #babalawo que administra una #botánica, perfil o web donde se hacen pasar por conocedores a costillas de materiales plagiados? ¿Confieren #credibilidad inmediata a esos estafadores y a otros que se las quieren dar de expertos en la materia foros como Facebook y otras #redessociales ? La gente que esta hambrienta de consumir información tiene que tener cuidado de no ahogarse en un banquete inmediato de conocimiento, de un material robado. ¿Debemos de confiar en una fuente que se representa como expertos usando materiales robados para vender productos y sustentar su estatus en la comunidad virtual? Les dejo con esa interrogante.
Probablemente UD me responderá de forma conformista… ” Si los perros ladran Sancho , es señal que cabalgamos”
Yo voy a decir: si el perro muerde la pata de mi caballo, hay que patearlo.
De verdad me da ladilla seguir escribiendo, es más pienso no hacerlo más… Te leo.