“Cuando se le debe tapar la cara al pato y por qué”.
Esta respuesta conlleva al análisis cuidadoso de muchas ambigüedades que están escritas en la literatura afrocubana y es sugerente el debate y la comprensión de aquellos que “Piensan Ifá”.
Digo esto ya que las historias, hasta ahora conocidas, y que son las únicas que explican el ritual, están totalmente carentes de contenido mitológico. Por mi parte, no me dicen mucho.
Las leyendas deben estar respaldadas primero, mediante una estructura octogonal de origen y que el contenido mítico esté lejos de ser un adjunto caprichoso, no justificativo o dado el caso, no impositivo.
Esta respuesta va estar basada en mi experiencia y bajo la consideración particular de cada uno de los lectores. Mi respuesta particular a dicha pregunta no es nada más que una invitación a la comprensión de lo que hacemos y el por qué lo hacemos y está respaldada por el estudio del ritual en todas sus fases, las enseñanzas de mis instructores, por la referencia del “Saber Popular” y las referencias de los yorubas.
La leyenda que justifica tal ritual es conocida como: “El Suplicio del Ganso”, pertenece al Odù menor Ìrètè Òdí y narra lo siguiente:
“Cierta vez que Yémójá estaba muy disgustada y contrariada y nada de lo que se le daba de comer le satisfacía y todo el mundo trataba de complacerla. Teniendo Şàngó conocimiento de esto así como Elégbà, salieron a caminar para ver que encontraban.
Varios días después el ganso fue a ver a Òrúnmìlà y este le marco Ebo, contestándole el ganso que a él no le hacía falta hacer Ebo, que él sabia defenderse con su pico y se marchó de allí. En el recorrido que estaban haciendo Şàngó y Elégbà por una finca, vieron dos gansos y decidieron que seria algo extraño y que quizás a Yémójá le gustaría comerlo.
Entraron en la finca y trataron de coger a uno de los gansos, este se defendió bravamente a picotazos, pero al fin entre los dos lo amarraron y se lo llevaron a Yémójá, la que al verlo exclamo: ¡Ay! que cosa mas linda, pero tápenle la cara que es lo único que no me gusta de él, por esto al darle pato o ganso a Yémójá se le tapa la cara”.
Desde mi óptica y según los recuerdos y la enseñanza de mis ancestros, nunca vi taparle la cara a animal alguno que se le ofrece a Yémójá. ¿La Razón? Sencilla, Yémójá come pata (hembra del pato) y por razones misteriosas, por la forma en que se aparea, el pato (macho) lo come, especialmente, Olókun. Ancestralmente los animales que se le ofrecían a Olókun tenían que ser ahogados, es la manera en que esta divinidad recibe sus sacrificios.
El taparle la cara al pato, es una acción de estrangulación así como, el sacarle el esófago para precipitar la asfixia del mismo, acción que se realiza durante el sacrificio. Luego, lo conducen al caño más cercano para que el espíritu del animal y la sangre residual, vaya a los mares a través de los conductos. Son variantes que se adoptaron bajo las coyunturas sociales.
También, para taparle la cara al pato, se utiliza una hoja de malanga (Ìkokò) que representa la divinidad de las plantas acuáticas y a su vez, la representación del mar.
Por otra parte, los animales de Yémójá pueden ser comidos por los devotos, no siendo así con los animales de Olókun que representan un tabú (eewò). Hay una canción tradicional afrocubana, dictada por el difunto Silvano Goldillo (uno de mis instructores), que dice:
Pépeiye leewò, nje, ó bá omí lòpá, pépeiye leewò – Olókun nje pépeiye, ó bá omí lòpá. t. El pato esta prohibido (tiene tabú) para comerlo, el debería ser matado en el agua, el pato tiene prohibición – Olókun esta comiendo el pato que debería ser matado en el agua.
En conclusión, sin contradecir otras opiniones y conceptos sobre este ritual, puedo asegurar que las razones planteadas anteriormente sobre:“Cuando se le debe tapar la cara al pato y por qué”, son bastante explícitas, desde mi punto de vista, aunque no están libres de debates y de que se expongan otras razones que consoliden y puedan enriquecer lo antes expuesto.