Conocemos como Nkimba o Rayamiento la ceremonia de iniciación, a través de la cual, una persona no-consagrada (profano) para a formar parte del culto, ingresando en una casa de Palo Mayombe (Munanzo) con un linaje predeterminado, unos fundamentos regentes y unos ancestros (Nganguleros fallecidos de ese mismo linaje) que cumplen una función dinamizadora de la actividad religiosa del Munanzo. Algunas personas, erróneamente, llaman “barakiñar” al acto de rayar: siendo esta una palabra relacionada a la Sociedad Secreta de los Abakuá, que poco o nada tienen que ver con el Palo Mayombe.
Pese a lo compleja de la ceremonia, tiende a llamarse rayamiento en alusión a una parte de la misma donde el cuerpo del iniciado es cortado en determinados lugares muy concretos de su cuerpo. Las marcas rituales que recibe el ya Nguello, son conocidas como MBOZOS.
Este concepto llega a nosotros amoldado a las necesidades concretas del Palo Mayombe, pero el hecho de “marcar” el cuerpo con intención ritual se remonta a creencias milenarias del África central y occidental.
De acuerdo al folklore de los bantues, de cuyos grupo étnico de esclavos arribados en Cuba desciende este culto, se desarrolló un método cuyo objetivo era sanar fenómenos parasicológicos de individuos que entraban en un estado de limbo o trance. La causa de estos fenómenos paranormales eran espíritus frustrados que, al no poder desarrollar su identificación con el individuo, sus efectos eran nefastos ya que los cohibían en desarrollar una vida normal en la comunidad .
El Mbozo (o Nyora) era un remedio medicinal terapéutico cuyo antídoto se basaba en Kunyora, esto es: la escritura sobre la piel del paciente.
Con el fenómeno de la esclavitud y con el pasar del tiempo Los Kongos fueron establecidos como una comunidad secular y sus descendientes, a quienes denominamos “criollos”, no solo adoptaron muchas de las tradiciones de sus antepasados sino que sufrieron modificaciones en sus cultos debido a la interrelación de tribus y un proceso de transculturación muy bien definido por el etnologo e historiador cubano Fernando Ortiz.
Cuando una persona se juramenta en el Palo Mayombe aprende a morir en el mundo de los vivos, para nacer en el mundo de los muertos, metáfora de profundo significado para comprender la naturaleza otorgada al nuevo iniciado. En el Rayamiento, los Mbozos, es el máximo referente a ceremonial que un individuo puede recibir en este mundo, ya que es un pacto de sangre por el cual el neofito queda impregnado, unido y juramentado de por vida con el Más Allá.
Al igual que los bantues, el pellejo del individuo es el “testigo” textual del ritual, testigo de esa conversión en iniciado dentro del culto del Palo Mayombe.
Las localizaciones de los Mbozos, en absoluto son aleatorias. Cada una de ellas poseen un significado profundo que todo iniciado debería ahondar tranquilamente en una conversación instructiva con su mayor directo. A menudo supone comprenderse mejor uno mismo, y comprender más profundamente la implicación de esta ceremonia tan importante. Igualmente, la tipología de marcas y trazos que se colocan es algo importante de conocer, así como el profundo significado del posterior sellado de las mismas.
Exelente literatura