Tu padrino no lo sabe todo

Hay una idea equivocada con respecto al mayor, idea que comparten tanto ahijados como padrinos, y es la idea de que “el padrino lo sabe todo”. Esta confusión ha implicado que muchos ahijados tengan una idea sobrevalorada de sus mayores, y también que muchos padrinos se escondan tras un presunto “secreto” (o directamente respondan con una mentira) frente a las preguntas de sus ahijados.
Claro que… nunca nos cansaremos de decir que antes de ponerse a iniciar a otros es necesario años de estudio y práctica; pero, francamente, ni todos los años de experiencia permitirán conocer todos los huecos y profundidades de nuestro culto. Esto supone concienciarse de que el mayor personal no puede conocerlo todo, y tal vez no posea todas las respuestas.
Recuerdo una vivencia personal, yo estaba recién consagrado como Tata, y visitaba con mucha frecuencia a mi Tata. Aprendía, lógicamente, y a menudo le asistía con diferentes procedimientos que él debía hacer; ya fuese para clientes o para ahijados. Como seguramente intuirán, aquellos momentos además eran ocasiones para exponer dudas de todo tipo y conversar en más o menos profundidad aspectos teóricos o prácticos de la religión.
Hubo un día en el que acudí con una pregunta. Reflexioné sobre algunas cosas aprendidas y no llegué a comprender algo, así que decidí preguntárselo como acostumbraba. Recuerdo bien la imagen de mi Tata fumando y mezclando unos ingredientes en una palangana, para cierta cuestión que necesitaba realizar. Llevaba una camiseta anaranjada sin mangas y cuando se agachaba a trabajar en aquello, mientras me escuchaba, se podían ver sus cadenas de oro suspenderse en el aire.
Se paró, me miró, escupió el cigarro que mantenía en la boca y se erguió.
No tengo ni idea de lo que me hablas– Me respondió sin más. Yo me quedé bastante sorprendido, nunca antes durante mi tiempo de Nguello había recibido una respuesta así, y ahora como Tata me esperaba cualquier respuesta menos esa.
No hay problema– Sonreí, aunque internamente confieso que estaba preocupado ¿a donde voy yo a resolver mi duda? Me dispuse a ayudarle a limpiar el suelo manchado por lo que él se encontraba haciendo. Se hicieron unos diez o quince minutos de silencio, el rostro de mi Tata era serio.
Vamos a indagar la cosa tú y yo– Resolvió finalmente.
Las semanas siguientes fueron de investigación, fuimos con su Tata y otros Tatandis que él conocía. La duda fue de sobra satisfecha; aprendimos todos. Y a partir de ese momento algo cambió. De alguna manera me sentí más unido a mi Tata, reflexioné que aunque él tenía un gran conocimiento, infinitamente superior al mío, seguía siendo un eterno estudiante. Pero lo más importante, descubrí que no le importaba estudiar junto a un ahijado alguna cuestión.
Hace una década de aquello, aproximadamente, pero lo recuerdo cada vez que veo que un religioso esquiva una pregunta; bien sea diciendo “esto es secreto”, o bien sea mintiendo e inventando una respuesta que sólo existe en su imaginación.
Todos, padrinos y ahijados, debemos tener siempre presente que la religión es profunda como ni imaginamos y que todos somos eternos estudiantes. La duda, el desconocimiento, de algo en concreto y muy particular no nos define; nos define lo que hacemos con ella.
La duda es la madre del conocimiento
por malembeweb.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.